Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B

En nuestro país, 23.2 millones de personas en México se consideraba indígena (INEGI, 2020). A nivel mundial, la ONU reporta 476 millones de indígenas en 90 países; abunda la organización de países que estas personas representan el 5% del total en el orbe, pero representan el 15% de los más pobres.

En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, a celebrarse cada 9 de agosto, es pertinente hacer reflexiones en torno a quienes representan la memoria histórica – amenazada siempre con la presión del olvido- de las diferentes culturas, raíz de lo que hoy somos.

En el devenir de ese encuentro, choque, conquista, avasallamiento, exterminio, es una realidad que estos pueblos originarios se han visto relegados, dejados en el olvido, empujados hacia los extremos de una sociedad que pretende, en lo general, ignorar la realidad de la mezcla de razas.

Las desigualdades son innegables. Están ahí al alcance de las miradas que quieran ver.

Por ejemplo, recientemente se difundieron los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (ENIGH) 2022; en ella, podemos consultar que el ingreso promedio trimestral total fue de $24,414; el monto trimestral se eleva a $26,749 en el caso de personas que no se consideran indígenas, ni habla lengua indígena; el ingreso disminuye sensiblemente, en el mismo periodo de tiempo, cuando la persona habla alguna lengua indígena a $13,708.

El portal de la ONU dedicado a este día, nos proporciona los siguientes datos:

• El 47% de todas las personas Indígenas que trabajan no tienen educación, frente al 17% de sus homólogos no Indígenas. Esta brecha es aún mayor en el caso de las mujeres.

• Más del 86% de las personas Indígenas de todo el mundo, en comparación con el 66% de sus homólogos no Indígenas, trabajan en la economía informal.

Hay una lucha permanente, de estos pueblos originarios, por el reconocimiento a su identidad, por el respeto a sus derechos. Sus prácticas culturales, heredadas, tienen particulares formas de relacionarse entre ellos y con el entorno; además de manifestaciones distintas a las que prevalecen en la cultura dominante.

El reconocernos como una sociedad multicultural es dar cabida a estos pueblos, aprender a valorar su presencia y aportes; a buscar una convivencia que no elimine su cultura, como su lengua por ejemplo.

Que no los veamos, como dice una canción de Gabino Palomares: “… como extraños por su tierra”.