Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B

A quienes nos enseñan desde su congruencia
felicidades maestras, maestros

Nos enteramos, a través de las redes sociales, de muchas cosas. Todos los días las consultamos, principalmente a través del teléfono, pero también desde las computadoras portátiles o de escritorio, o de tabletas. El INEGI reportó 93.8 millones de personas usuarios de teléfono celular (ENDUTIH, 2022).

En ese espacio de la virtualidad, leemos noticias, escuchamos música, vemos videos, películas, nos enteramos de muchas cosas que nos sorprenden, grata o ingratamente.

A través de las redes se comparten acciones que enaltecen los valores del ser humano: solidaridad, amor, empatía. Pero también otras que nos recuerdan la frase de Thomas de Hobbes: homo homini lupus est (el hombre para el hombre es un lobo).

Por estos medios, se nos abruma de propaganda política-electoral: de los yerros -sobredimensionados o no- de quienes buscan algún cargo a elección popular, de algunas incongruencias, de actos traídos a colación, de acusaciones, impugnaciones, de quienes dicen pertenecer a algún grupo vulnerable para que partidos cumplan con esa cuota -aunque no necesariamente lo sean-, entre muchas otras.

Y hay historias concretas que motivan la participación, los comentarios, la crítica, al análisis, mucho de esto, desafortunadamente, efímero, volátil, como un signo más de la modernidad líquida descrita por Zygmunt Bauman.

Recientemente se dio a conocer una historia, que con un poquito de sensibilidad y empatía el mensaje hubiera enaltecido a quien la protagonizó, como en otros casos. Esta fue distinta, diferente.

El hecho es una infracción de tránsito a un vehículo estacionado, a media cuadra del palacio de gobierno estatal, hasta ahí los datos nos dirían ¿qué tiene de malo?, está bien aplicada. Pero, una fotografía oportuna muestra el momento de la infracción, quien conducía estaba sacando a una mujer, joven, con algún tipo de discapacidad, en una silla de ruedas de un centro de atención médica.

¿Se estaba obstruyendo toda la vialidad? No, había espacio para que otro auto pudiera pasar. ¿Había autos esperando? No, se aprecia solo el vehículo, la persona sacando a la joven en la silla sobre la banqueta y en la acera opuesta a quien estaba levantando la infracción. Y, en un recuadro de la misma fatigaría, la imagen de la infracción.

Surgen muchas otras preguntas ¿no podría haber tomado otra actitud quien está en el servicio público en ese momento? ¿podría estar atento por si venía algún vehículo detenerlo un momento para que subieran a la joven? ¿pudo -incluso- haberse acercado para ayudar en la maniobra? Todo eso y quizá algunas otras acciones que no se me ocurren, pero no levantar la boleta de infracción.

Quienes vimos la imagen nos quedamos con la sorpresa ingrata de ese proceder. Pensamos muchas cosas, entre ellas en la capacitación a quien están en el servicio público.

Tengo la fortuna de compartir aula en Vasco de Quiroga Comala; una reflexión recurrente en los distintos grupos, es, precisamente, la calidad de atención a las personas que acuden a solicitar algún servicio y que son atendidas por un o una Trabajadora Social, de la calidez que se deba dar en la atención, la amabilidad, el servicio; con mayor énfasis y atención en las personas de los grupos vulnerables.

Mucho que aprender de esta imagen que les comparto, en lo personal, en las instituciones, en la sociedad.