Por Carlos Orozco Galeana
(Las autoridades son nombradas para resolver problemas, no para que se quejen de todo cuanto ocurre para ocultar su indiferencia ).
Una de cal por las que van de arena, dice un adagio popular para explicar que ha de reconocerse algo positivo cuando anteriormente la conducta humana ha errado en un aspecto determinado. Este preámbulo es para significar la política de protección que el gobierno estatal ha establecido para los enfermos de diabetes que sufren complicaciones para sus tratamientos y tienen que pagar, según se dijo, entre 7 y 8 mil pesos mensuales. A partir de hace poco más de un mes, aquellos viven otra realidad menos sufriente y ya reciben gratuitamente el servicio respectivo en el Centro Estatal de Hemodialisis que, entre paréntesis, se otorgaba en la modalidad de Seguro Popular.
Aunque la mayoría de lectores ya lo sabe, no es ocioso recordar que la diabetes es una enfermedad crónica (de larga duración) que afecta la forma en que el cuerpo convierte los alimentos en energía. La mayoría de los alimentos que se consumen se traducen en azúcar (también llamada glucosa) que se libera en el torrente sanguíneo. El páncreas produce una hormona llamada insulina, que actúa como una llave que permite que el azúcar en la sangre entre a las células del cuerpo para que estas la usen como energía (Wikipedia).
Si una persona tiene diabetes, pues, su cuerpo no produce una cantidad suficiente de insulina o no puede usar adecuadamente la insulina que produce. “Cuando no la hay suficiente o las células dejan de responder a ella, queda demasiada azúcar en el torrente sanguíneo y, con el tiempo, esto puede causar problemas de salud graves, como enfermedad del corazón, pérdida de la visión y enfermedad de los riñones”.
Todavía no existe una cura para la diabetes, pero se puede reducir mucho el efecto que tiene sobre la vida si se practican hábitos de estilo de vida saludables, se toman los medicamentos según sea necesario, se obtiene información sobre el automanejo de la diabetes y no se falta a las citas con el equipo de atención médica.
Escrito esto vale decir que ese problema de salud causa en el país muchos estragos y pone en aprietos al sistema sanitario. Si a nivel mundial la Organización Mundial de la Salud estima que el número de personas adultas con diabetes se ha cuadriplicado de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014 y que la prevalencia de la diabetes en adultos (mayores de 18 años) se ha duplicado, al pasar del 4.7% en 1980 al 8.5% en 2014, las tasas más elevadas de prevalencia de la diabetes corresponden a Belice (12.4%) y México (10.7%). Managua, Ciudad de Guatemala y Bogotá mantienen tasas de alrededor del 8 al 10%. La proporción de personas enfermas ha aumentado con mayor rapidez en países con bajos y medianos ingresos.
Más datos: la diabetes es primera causa de muerte en mujeres y la segunda entre hombres, cifra para asustar a cualquiera. En Colima, seguramente el número de personas que la padecen ha de ser extraordinaria, no podemos escapar a esa realidad. Si bien por ahora son 73 pacientes los que reciben ya gratuitamente el tratamiento, seguro que ya se habrán acumulado más enfermos que, así, ahorran dinero y tiempo pues supe de algunos que se trasladaban a Guadalajara hasta 3 veces por semana a atenderse porque las condiciones en Colima no se lo permitían.
Esta política de salud es un acierto del gobierno de Indira Vizcaíno, toca fibras sensibles de la comunidad porque exhibe un perfil humanitario que debe distinguir a cualquier aparato de salud. La diabetes es mortal si no se atiende en tiempo y forma, de ahí el significado tan importante que reviste esta acción.
Al final de cuentas, atender a los ciudadanos en lo más urgente es lo que vale para cualquier gobierno. Las autoridades tienen el deber de dar respuesta inmediato a las necesidades de todo grupo pues fueron electas o nombradas para ello y deben evitar quejidos por como recibieron las cuentas o las diversas situaciones del gobierno. Como dijo Angela Merkel, de grata memoria como canciller de Alemania, (palabras más, palabras menos): los gobiernos son electos para resolver problemas, se supone que antes de recibir el voto ya sabían la naturaleza de los retos que enfrentarían.
Un gobierno cobra vigor cuando es eficaz y encuentra soluciones. Cuando no les saca la vuelta y hace esfuerzos completos, cobra una dimensión distinta pues deja de ser un ente frío e indiferente para ser solidario y eficiente.
Que se siga por ese rumbo, es el correcto. Los colimenses padecen insuficiencias que los últimos gobiernos no han resuelto. La 4T tiene un filón de oro y puede crecer en el ánimo ciudadano si se deja de lado la grilla palaciega y se ofrece el lado más cordial de un gobernante: el del compromiso perpetuo con los ciudadanos, la de presentar siempre cuentas claras, la de ser invariablemente una luz refulgente en medio de la tenebrosidad de la política y de la misma realidad. . .