(Con educación, las naciones progresan, las leyes se respetan y se vive mejor ) .
Por Carlos Orozco Galeana
Los tigres asiáticos, como así le llaman desde hace ya varios años a un conjunto de países que durante las últimas décadas han progresado bastante sobre todo si los comparamos con la mayoría de América Latina, son hoy modelo a seguir gracias a que se han organizado gracias a que han incorporado a su estructura orgánica – sociopolítica y a su modo de vida una serie de decisiones que les sitúan en un nivel de vanguardia.
Singapur es uno de esos cinco tigres. En 1965, como se sabe, se independizó de la corona británica y apostó fuertemente a la educación y al imperio de la ley. Uno de sus fundadores, Chok Tong, reveló que ese binomio fue fundamental en el crecimiento de su país, aunque destacó que si habría de escogerse uno de ellos, sería el de la educación, ya que teniendo un pueblo educado sería menos complicado despegar hacia el desarrollo.
«Esta fue su explicación: Con la educación vendría el imperio de la ley. Si uno es educado desea que lo gobiernen personas honestas y por supuesto quiere que impere la ley. Si uno solo tiene el imperio de la ley y no desea enfatizar la educación entonces ¿ cuál sería el resultado? Una población iletrada. La gente no adquiriría habilidades para hacer progresar al país”.
Por fortuna, a nosotros los dirigentes se nos pide que elijamos los dos, reveló el ex mandatario de Singapur.
¿Podremos en México aspirar a una realidad semejante a la de ese país moderno, organizado y productivo ?¿ Hay las condiciones adecuadas? ¿Respetamos el estado de derecho, manejamos bien la educación, cuidamos el medio ambiente, incentivamos a los científicos, sabemos dialogar para resolver las diferencias, respetamos al adversario, somos tolerantes y transparentes en las tareas de gobierno?
Alguien diría sarcásticamente: no somos de Singapur, somos mexicanos.
En Singapur, simplemente, el gobierno, al aplicar la ley a rajatabla y cuando se acordó que sus habitantes querían dejar de ser un protectorado para constituirse en una nación progresista, acabó en un dos por tres con la delincuencia. Hace unos 40 años, censaban unos 50 mil delincuentes, una cifra altísima por la población de la isla, y hoy cuenta con menos de cinco miles en sus cárceles. Ahí si las leyes se aplicaron y aplican sin vacilada. Los delincuentes cumplen sus condenas hasta el último día, no les perdonan uno solo.
La historia de esa pequeña nación asiática dejó de ser un sueño y se hizo realidad. Todo mundo ahí se puso las pilas, como los japoneses al término de la segunda guerra mundial. Se hicieron comunidad. Ya se conoce cuál es la esencia de los asiáticos: trabajar duro, respetar a los demás, formar a las familias con una buena educación y cumplir con la ley. En Japón se hacen huelgas trabajando más y forzando la oferta para hacer que las empresas escuchen a los trabajadores (Teoría Z). Singapur tiene un estado de derecho auténtico, con la salvedad de que hay el dominio de un solo partido con una democracia dirigida.
La cultura gubernamental encontró en ese país el “copia y pega”, la clave más significativa. Si un programa de trabajo o un proyecto había sido exitoso en algún país, en Rusia o China por ejemplo, para pronto en Singapur se aplicaba y, por supuesto, cuando alguna acción no resultaba luego de ensayarla, se desechaba de inmediato.
En México, lo que funciona más o menos, lo desaparecen cada seis años porque es trabajo del gobierno anterior! No importa si fue efectivo, simplemente deja de existir. En el discurso, los políticos mexicanos dicen una cosa, pero hacen otra. Pocos anuncian en campaña lo que traen entre manos al llegar al poder. Nada les impide su visión porque enfrente tienen un pueblo desorganizado, desordenado, pedigüeño, conformista y mediocre en términos de ejercer derechos individuales. Y por allá van, modificando esto y lo otro, inventando cosas increíbles, lo que importa es seguir acumulando poder en un afán autoritario y desquiciante, haciendo clientela sin freno.
Porque entre los gobernantes de nuestra América, hay varios autoritarios y engañabobos. En el discurso hay un afán justiciero, pero caminan de prisa y quieren cambios rápidos para justificar su llegada al poder. Véase tan solo lo que ocurre en Brasil, gobernado todavía por un individuo que jamás ha estado en sus cabales y que, sin embargo, es apoyado por uno de cada dos brasileños. A Jair Bolsonaro debieron haberlo jubilado del poder desde hace tiempo, cuando se equivocó en su valoración de la pandemia. Pero ya viene otra vuelta de tuerca con Lula, que ganó a la buena. Otra situación desesperante es la que viven en Nicaragua y Cuba, gobernados por personas enfermas, enemigos de las libertades.
Pienso por último que lo que prospera en un país no puede trasladarse ni ser exitoso en México, donde hay una variedad de culturas ( paternalismo, quietismo social, bajo nivel en cuanto a ciudadanía ) que tardarán tiempo en modificarse. Mientras tanto, siendo inteligentes, veamos cómo trabajan gobiernos de otros países y analicemos en qué podemos imitarles.