Ciudad de México.- El acuerdo comercial entre México y Estados Unidos, anunciado ayer, es un logro que marca el inicio de una nueva relación bilateral entre ambas naciones, en donde cambian los esquemas de cooperación no sólo en ese ámbito, sino en el de seguridad y migratorio.
La alianza definirá los próximos 30 años del comportamiento, dinámica exportadora y producción de México, señalaron expertos de la UNAM.
En rueda de medios, Roberto Zepeda, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), opinó que a México le conviene seguir en el TLCAN o en un acuerdo bilateral con la Unión Americana, y que aumente el comercio, al tiempo que fortalezca sus capacidades productivas y el mercado interno.
Estableció que aunque el Tratado no ha sido la respuesta a los problemas económicos y de desarrollo de México –como se ve en los niveles de pobreza, en la fuerza laboral que trabaja en el sector informal y en la desigualdad–, si se desintegran las cadenas productivas de valor del sector automotriz, por ejemplo, el panorama para el país será mucho más adverso.
Este acuerdo requiere también del visto bueno de los canadienses, así que el de ayer es sólo un avance significativo en el proceso de renegociación.
Lo adecuado es que Canadá se integre, y lo más seguro es que se llegue a un acuerdo entre los vecinos del norte en septiembre, que tendría que ser aprobado por un nuevo Congreso en EU para 2019.
Otro escenario es que no haya integración de los canadienses, y eso complicaría incluso el acuerdo bilateral México-EU.
“Se tendría que deshacer el TLCAN y muchos congresistas estadounidenses no aprobarían un tratado sin Canadá, con quien tienen una mayor integración económica. Se produciría incertidumbre y volatilidad», señaló.
Leonel Carranco Aragón, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES), sostuvo que México debe diversificar su plataforma exportadora, pues ocupa el cuarto lugar entre las naciones cuyas exportaciones dependen de un solo país, en este caso, Estados Unidos –hasta 80 por ciento–, sólo después de Mongolia, Haití y Yibuti.
El TLCAN debe modernizarse, pero hay que ver qué tanto beneficiará al país este nuevo acuerdo. Por ejemplo, queda pendiente conocer qué pasará con el tema agrícola, porque se mencionó que se comprarán más productos de ese sector a EU, y del energético no se conocen detalles.
Para el universitario, se trata de una alianza comercial con peso político, donde influyó el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Donald Trump y el Presidente electo de México coinciden en una visión desarrollista y en la misma plataforma de aumento de la producción y de los salarios.
El nuevo acuerdo, abundó Carranco, cambiará las formas y dinámica de la economía; pero este momento en México coincide con un nuevo gobierno, lo que es también una buena oportunidad para replantear el cambio del modelo económico.
Roberto Zepeda añadió que no se debe perder de vista que el acuerdo bilateral representa un intento de Trump para distraer la atención de la opinión pública de sus problemas legales, de cumplir un compromiso de campaña y terminar el TLCAN como se le conoce, así como de atraer el voto de los electores para las elecciones de noviembre próximo.
“El acuerdo bilateral, vendido como un éxito de su administración, en realidad debe esperar la opinión de Canadá”.