El periodista Lawrence Wright relata durante 26 páginas del próximo número de la publicación (14 de febrero) varios casos de esclavitud y prácticas de asedio hacia los miembros que quieren abandonar la formación de la Cienciología.
El autor se refiere a varios casos concretos en los que se envió a varias personas a trabajar en campos de ‘reeducación’ de forma gratuita o por pequeñas retribuciones.
En concreto, a Tom Cruise le acusa de ser partícipe de esta explotación y de aprovecharse de los creyentes encargándoles varios trabajos en sus oficinas, reparando sus vehículos o reformando un hangar a cambio de 50 dólares semanales. Así lo relata el perseguido John Brousseau, ex cuñado de David Miscaviage, líder de la iglesia e íntimo de Tom Cruise hasta el punto de haber sido su padrino en su boda con Katie Holmes.
Según la publicación ‘The New Yorker’, Miscaviage es uno de los principales focos de la investigación que desde 2009 el FBI lleva a cabo. La organización federal ya ha hecho entrevistas a antiguos miembros de esa iglesia a la que pertenecen artistas tan conocidos como Tom Cruise o John Travolta.
El texto narra algunos de estos casos, aunque el peso del artículo recae sobre declaraciones dadas a la revista por el cineasta Paul Haggis, ganador de dos premios Oscar por ‘Crash’ (2004) y quien abandonó en 2009 su militancia en la Iglesia de la Cienciología ante el rechazo de esta organización al matrimonio homosexual.
Las prácticas de la Cienciología
«Estuve en la iglesia durante 34 años. Todo el mundo podía ver lo que pasaba, pero yo no sé por qué no podía verlo», señala el director, quien detalla cómo entró en contacto con la Cienciología, el proceso que vivió durante décadas en su seno y su salida del grupo hace un par de años.
Haggis relata, entre otros ejemplos de las prácticas de la Cienciología, cómo supo de una congregación llamada Sea Org, por la que niños de diez y doce años eran llevados por sus padres a trabajar y cómo cuando alguna familia quiere abandonar el culto, se le presenta una factura desorbitada por los servicios de ayuda y formación recibidos.
«Esas familias no tienen dinero, se marchan avergonzados por lo que han hecho, no tienen un historial laboral, están perdidos y desaparecen», indica Haggis, quien asegura que estaría «feliz» si la iglesia se destruyera «simplemente por esas actuaciones».
Por su parte, los portavoces de la Iglesia de la Cienciología niegan todas las acusaciones que se vierten en el artículo y en un comunicado aseguran desconocer la investigación del FBI. «Es desafortunado que ‘The New Yorker’ haya elegido presentar la Cienciología a sus lectores a través de los ojos de un apóstata, alguien que los estudiosos religiosos definen unánimemente como poco fidedigno», señalaron los portavoces en relación a Haggis.