UNA DE TAXIS Y TAXISTAS

EN MI HUMILDE OPINIÓN
Por: Noé GUERRA PIMENTEL

Aún a principios del 2000, por seguridad, reportaban sus salidas en las casetas policiacas ubicadas en los accesos de la zona conurbada en Colima o los centros de población de las cabeceras municipales, hubo un tiempo en el que eran asaltados y hasta asesinados.
En la década de los 80s del siglo pasado, eran comunes otros usos del gremio de los taxistas en Colima. Por ejemplo, los coches no traían farola; como identidad, solo exhibían el rotulo con el nombre de su sitio y, algunos, el número; eran de colores indistintos, como salían de la agencia, verdes, rojos, azules o en tonos grises, negros, blancos, no como ahora, todos amarillos con número, sitio al que pertenecen, farola a encender por la noche como indicativo de que van “libres”, entre otros que la gente mayor recordará mejor que yo.

Otro detalle, era el de que todos hacían sitio; es decir, llevaban al usuario a destino y regresaban a su sitio a la fila, a esperar al pasajero, al mandadero o la llamada telefónica que solicitaba el servicio a domicilio; así recuerdo al sitio Núñez al norte del jardín, sobre la Madero; al Penal, donde ahora es el C5, antes DIF estatal, en lo que originalmente funcionó como la Penal y que dio nombre al sitio; al Libertad, que se ubicaba frente al Palacio de Gobierno y que a mediados de los sesentas se trasladó a la central de autobuses (mismo que a principios de los 90s cambió su sede con esa denominación a la terminal de autobuses foráneos), sobre Nicolás Bravo, punto principal de distribución a una ciudad, la de Colima, que aún era pequeña y con eso era suficiente.

Originalmente la mayoría de los pocos taxistas de la segunda y tercera décadas del siglo pasado, eran dueños de sus vehículos y los que solo eran choferes, eran fieles a los dueños de los coches, quienes se manejaban como empresarios con dos o tres carros, vecinos cercanos al poder y con cierto capital, esto, hasta que surgieron los gremios en los años cuarenta. En apunte de Oseguera Velázquez, Juan. Página 110 de Efemérides de Colima y de México, encontré que: “El 23 de julio de 1941 se integró la Alianza de Propietarios de Automóviles del Sitio Libertad de la ciudad de Colima, adheridos a la C.T.M. Su original lugar de sitio era frente a la fachada principal de Palacio de Gobierno. Su primer secretario general fue Manuel Rico. Otros directivos fueron Carlos Delgado, Daniel Mata, José Alcaraz Bravo, Trini Medina y Luis “Peligroso” Macías.”

La tentación del monopolio ha trascendido, muchos no lo recuerdan, pero memorables fueron las pugnas entre choferes de un sitio y otro por invasión territorial, sobre todo cuando taxistas de poblaciones aledañas osaban levantar pasaje en plaza ajena, las broncas entre taxistas de Villa de Alvarez y de Colima o de Comala y otro de Colima eran comunes, ya no digamos cuando alguno de la capital se le viera por Cuauhtémoc o Coquimatlán, difícilmente salía ileso ante la sola sospecha de que andaba tras pasaje para el regreso. Escenas similares se revivieron hará cinco años con la irrupción del servicio por aplicación. Lejos aquel tiempo cuando al final de su sexenio, un gobernador repartió concesiones a sus conocidos y allegados hasta en servilletas de papel y más lejos, cuando José Mesina, el 16 de noviembre de 1917, empezó a circular por las calles que transitamos en aquel primer carro de alquiler propiedad de Pablo Avalos. Según consigna José Levy en Hoy en la Historia.

Además del deplorable parque vehicular, la mayoría con carros hace décadas descontinuados (¡no entiendo cómo pasan la verificación!), el inoportuno pitido cuando andan buscando pasaje, el típico ¡Pa´ allá no voy! la farola encendida con gente a bordo, el subir pasaje con la novia o la doña de copiloto, el negarse a transportar gente con discapacidad o con bultos, hacer que no ven a los usuarios cuando “van a entregar” a la hora menos lógica, el sobre ofrecer el servicio cuando llevan pasajero y cobrar lo que les da la gana o como si fueran de aplicación, entre otros vicios que lamentablemente, por culpa de algunos, ha demeritado su imagen y operatividad en detrimento de este servicio que algún tiempo fue ejemplar en Colima.