Una lectura personal de En busca de Consuelo de Michael Ignatieff o cómo a pesar de los pesares es posible mantener la esperanza en tiempos oscuros
DISLATES
Por: Salvador SILVA PADILLA
«El fracaso y el envejecimiento son grandes maestros….te enseñan a desprenderte de toda ilusión de ser especiales, inmunes a la locura y las desgracias… Cuando te das cuenta de que tus anteriores proclamas de solidaridad abstracta habian sido falsas….. llegas a aceptar (lo quieras o no) que eres como todo el mundo…. (al envejecer pones más atención) a las desgracias y calamidades de los demás y a la antigua sabiduría que nos advierte desde siempre que no seamos tan vanidosos y tontos».
En Busca de consuelo, Vivir con esperanza en tiempos oscuros.
Michael Ignatieff
I
Esta obra de Michael Ignatieff es sin duda un libro que hay que leer -y, aunque ayuda, no es indispensable esperar a estar viejo para hacerlo-. Es un libro que en el significado profundo del término te conmueve. Esto es, pone de cabeza nuestras certezas y sentimientos, nos estremece y nos da un siempre indispensable baño de humildad.
II
A Ignatieff lo había encontrado con el libro Fuego y cenizas éxito y fracaso en política, donde narra su trayecto desde ser un académico en Harvard hasta convertirse en líder del Partido Liberal de Canadá, su encumbramiento y su caída. La claridad y lucidez de este texto, junto a una honestidad intelectual y vocación democrática a toda prueba, permean por entero la obra. Incluso, más allá de las intrigas palaciegas y de intereses políticos espurios, nos demuestra que sí es posible recuperar la fe en la democracia y, aún, en la política. Pero me estoy desviando del tema.
III
El libro: «En busca de consuelo», inicia con la Biblia (El libro de Job, Los Salmos, ylas Epístolas de San Pablo), continúa el trayecto con estoicos como Cicerón, Marco Aurelio; posteriormente recorre y recurre a escritores, artistas y filósofos como Dante Alighieri, El Greco, Montaigne, Max Weber, Marx, Camus, Vaclav Hável, Anna Ajmátova, Cicely Saunders, Mahler… reflexionando sobre cómo el dolor y la pérdida pueden transformar en un momento a la vida en pesadilla, así como también la futilidad del poder frente a la tragedia: -esto nos lo enseñan Marco Aurelio, Weber, Marx o Abraham Lincoln-; en fin. Hombres y mujeres que han trascendido su época, han mirado de frente los fracasos, e incluso la tragedia absurda, irracional, íntima, de perder a un ser querido.
Este libro narra, entonces, cómo a pesar de los pesares, encontraron, aún en ese laberinto sin salida del dolor más profundo e injusto, que es posible encontrarle sentido a la vida y, desde ahí, erigir la esperanza, porque la esperanza radica -y se construye-, precisamente, en la búsqueda.
IV
Así, afirma que «En los tiempos modernos, nos hemos acostumbrados a esperar a Dios en silencio. Al referirse a Simone Weill (a quien define como una gran pensadora religiosa y mística)(*), Ignatieff afirma que ella, «Siempre pensó en su relación con Dios como una forma de espera paciente y esperanzada. No esperaba consuelo, sino tan solo sentir la presencia de Dios».
Posteriormente, al analizar La Peste, señala que «Camus parece decir, tanto a sí mismo como a sus contemporáneos que ante el sufrimiento, es totalmente irrelevante la vieja disputa entre el partido de la fe y el partido del progreso y de la ciencia, entre los que ofrecen consuelo y los que se rebelan contra él. Ambas creencias son abstracciones y ambas solo pueden callar cuando la vida se vuelve despiadada e injusta. Ante la muerte y el mal, lo que más importaba a Camus no era quién tenía razón, sino quién consolaba a los que sufrían».
En el epílogo concluye que «Aunque he descrito tres doctrinas antiguas de la consolación: -la hebrea, la cristiana y la estoica- junto con una cuarta, más moderna, -la idea del progreso que llevó a Marx a depositar su fe en la revolución- este es un libro sobre personas, porque en el fondo no son las doctrinas las que nos consuelan, sino las personas: su ejemplo, su singularidad, su valor y su constancia; su presencia cuando más lo necesitamos. En tiempos de desolación, ninguna abstracción como la fe en la Historia, el Progreso, la Salvación o la Revolución nos servirá de mucho. Son doctrinas. Es a las personas a quienes necesitamos, personas cuyos ejemplos nos enseñan lo que significa seguir adelante, continuar a pesar de todo”.
(*) Agradezco a Maru Arriaga la valiosa recomendación de Simone Weill