El uso de celdas solares en México se puede aprovechar para generar un cambio hacia la innovación social, expuso Julia Tagüeña Parga, investigadora del Instituto de Energías Renovables (IER) de la UNAM.
La innovación significa crear nuevos productos o servicios, así como mejoras significativas en procesos ya existentes. Muchos de esos cambios se producen a partir de la ciencia, y algunos resultan en nuevas tecnologías, pero no son exclusivos de ciertas áreas del conocimiento.
“También existe la innovación social, al momento en el que la sociedad genera cambios fundamentales, como ocurrió al implementar la jornada de trabajo de ocho horas, utilizar agua potable en las comunidades, crear guarderías para los niños, implementar campañas de vacunación, crear observatorios ciudadanos y, en el área de la energía, al usar focos ahorradores o decidirnos porque todas las casas tengan techos fotovoltaicos”, indicó la física.
Al ofrecer la conferencia magistral Celdas solares para la innovación social, en el marco del 3° Congreso de Alumnos de Posgrado, Tagüeña consideró que para hacer realidad el viraje del consumo de energía basada en petróleo y otros combustibles fósiles hacia el uso de renovables como la solar, eólica, biomasa, oceánica y geotérmica, es fundamental que la población haga ciencia ciudadana, es decir, se apropie del conocimiento y participe en diversos procesos para poner los cambios en marcha.
La calidad de vida está unida al desarrollo de tres grandes áreas: la ecológica, la económica y la social, señaló ante estudiantes y académicos reunidos en el auditorio de la nueva Unidad de Posgrado.
“Hay que buscar cómo combinarlas en nuestra vida para llegar a un desarrollo sustentable”, consideró.
Ventajas de energía renovable
Las ventajas de utilizar estas energías son que existen en abundancia, no contaminan, reducen la degradación de aire, agua, tierra y biodiversidad y promocionan el desarrollo rural.
Además, generan cinco veces más empleos que las convencionales que hoy utilizamos, ofrecen seguridad en la oferta energética, aseguran una balanza de pagos favorable a largo plazo y disminuyen los costos de producción, destacó Tagüeña, también directora adjunta de Desarrollo Científico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
En el caso de México, añadió, tenemos energía solar casi todo el año, además de buena calidad de viento; nuestro territorio es buen candidato para implementar estos usos energéticos.
Un panel fotovoltaico convierte energía solar directamente en eléctrica. Lo hace mediante un fenómeno de mecánica cuántica, que ocurre al momento en el que la materia incide en los electrones y, en un semiconductor, éstos adquieren energía y suben de nivel para dejar un hoyo detrás.
“En el efecto fotovoltaico participan fotones (partículas de luz) y electrones, pero hace falta un dispositivo llamado unión n-p, que está formado por semiconductores, uno con exceso de electrones y otro con exceso de hoyos”, explicó.
Tagüeña recordó que las primeras aplicaciones de las celdas solares para formar paneles fotovoltaicos se realizaron en el espacio. “Todas las naves espaciales y satélites tienen celdas solares que convierten energía solar en electricidad”, detalló.
El IER participa, con otras instituciones, en el Laboratorio de Innovación Fotovoltaica y Caracterización de Celdas Solares (LIFYCS), esfuerzo colectivo para desarrollar esos dispositivos en México, donde se producen algunas pero muchas se compran a otros países. BP