Widel, lesbiana de ultraderecha: La antítesis del poder en Alemania

ESPUMA DE MAR 
Por: Mariana Lizett PÉREZ OCHOA

¿Puede una mujer lesbiana, con pareja inmigrante, liderar un partido que se opone a los derechos LGBT y a la migración? La paradoja de Alice Weidel sacude la política alemana.

Hace unos días, Alemania realizó sus elecciones parlamentarias, encargado de elegir un Canciller. En esta ocasión, ganaron los Cristo-demócratas (un partido con ideas apegadas al cristianismo), el mismo partido de Angela Merkel. Sin embargo, lo que preocupa a bastantes es que en segundo lugar quedó, lo que representa una mayoría relevante, ganó el partido de más derecha en todo el mundo, de acuerdo a algunos expertos. Algunos lo han catalogado como neofascista.

Alemania ha pasado una crisis económica desde hace años atrás, la cual se intensificó con una guerra contra Ucrania, pues al encontrarse en medio de una transición energética a energías renovables, cerró sus plantas nucleares, lo que le hizo depender muchísimo del gas natural ruso, que en la guerra con Ucrania, decidió cerrar su gas, creando una crisis en Alemania. Esto, sumado a la deuda nacional, generó una necesidad en la ciudadanía de buscar una salida, por más irracional que fuera.

Alice Elisabeth Weidel es una política, economista y empresaria alemana, actual líder del partido político de extrema derecha Alternativa para Alemania. Su retórica que juega con la credibilidad, la ideología política y la personalidad contradictoria de Alice. Mientras ella se ha declarado abiertamente como lesbiana, es pareja de una mujer de Sri Lanka que es inmigrante y oriental, con la que cría a dos hijos adoptados.

Lo que podría parecer una aliada para las personas liberales y de la comunidad LGBT, así como migrantes, realmente ha sido todo lo contrario. Ella defiende firmemente los ideales de su partido Alternativa para Alemania (AfD), manteniendo una línea conservadora al mismo tiempo que ella vive en otro mundo.

En su campaña por la cancillería, usó un eslogan polémico, que fue un guiño hacia un grupo del partido nazi que fue disuelto en 1945, haciendo juego de palabras con su nombre. Varios partidos, líderes y empresarios han advertido al AfD por sus ideologías cercanas a las neonazis.

Sin embargo, en un contexto marcado por la incertidumbre económica y la creciente oposición a la inmigración en la sociedad alemana, a pesar de su propia historia vivida en su pasado, la sociedad empieza a cuestionarse sobre los beneficios de un partido de ultraderecha.

En 2017, Alice justificó su compromiso con el partido señalando que los ataques homófobos habían aumentado y responsabilizó de ello a «bandas de musulmanes».

En 2018, hizo declaraciones polémicas respecto a la migración en Alemania, afirmando que ciertos grupos no contribuyen al desarrollo del país, se refirió a las mujeres con burka, las jóvenes con velo y a quienes, según ella, reciben subsidios mientras portan armas blancas, asegurando que estos sectores no garantizarían la prosperidad ni el crecimiento económico de Alemania.

Además, ha defendido una postura estricta sobre el control de las fronteras, planteó la necesidad de rechazar a quienes intentan ingresar al país y enviar un mensaje claro de que las fronteras alemanas están cerradas.

En el ámbito energético, durante un congreso del partido, también expresó su rechazo a la transición impulsada por Angela Merkel tras el desastre de Fukushima en 2011.

Más recientemente, en 2025, criticó la enseñanza de estudios de género en las universidades y propuso medidas drásticas en caso de que la AfD llegara al poder. Afirmó que cerrarían estos programas académicos y despedirían a los profesores que los imparten, argumentando que la educación superior debe enfocarse en conocimientos «razonables».

Las declaraciones de Weidel reflejan las posturas de la AfD en distintos ámbitos, desde su visión sobre la identidad y la migración hasta su oposición a cambios en el sistema educativo y energético en Alemania.

Alice ahora representa la segunda fuerza política en el país, con el 20 por ciento de los votos, por lo que el Partido en el poder, la Unión de Unión Demócrata Cristiana de Alemania y la Unión Social Cristiana de Baviera, se verá en la necesidad de negociar con ellos.

El avance de la extrema derecha en Alemania con una figura tan contradictoria como Alice Weidel deja una lección clara: la política no siempre sigue la lógica de la identidad, sino la del poder.