EN MI HUMILDE OPINIÓN
Por: Noé GUERRA PIMENTEL
El anterior presidente, Enrique Peña Nieto, dejó al Estado de Colima, como lo prometió en su campaña, las siguientes 8 obras verificables: 1.- Hospital general de zona del IMSS y 2.- Hospital Materno-Infantil en Villa de Alvarez; 3.- Parque Metropolitano en Tecomán, 4.- Libramiento de Comala, 5.- Libramiento de Tecomán-Cerro de Ortega, 6.- Carretera Pez Vela-Jalipa, 7.- Túnel ferroviario con todos los equipamientos y obras accesorias en Manzanillo y, aun en proceso, 8.- Ampliación a 6 carriles de la autopista Manzanillo-Colima-Guadalajara. Todo, sin descuidar los programas sociales, ni los de obras y de subsidios que venían operando a través de la SEDESOL desde sexenios atrás, entre becas y pensiones otorgadas a nombre del Gobierno de la República.
Pues sí, ya casi pasaron los seis años de López Obrador y ni por error alguna obra para Colima, nada, al contrario, disminuyó y, en la mayoría de los casos trascendidos, canceló el poco presupuesto para salud, educación, cultura, seguridad, infraestructura rural y urbana, así como los subsidios que bajo diferentes modalidades llegaban a los sectores productivos locales, desviando la mayor parte a las fuerzas armadas que no actúan contra quienes debieran y a obras que nadie pidió y que aún hoy se cuestiona su pertinencia, así como a la creación y fortalecimiento de las clientelas electorales, lo que al paso vemos sí le funcionó en amplios sectores que granjeó con dádivas y chantajes, directos e indirectos. Todo está documentado y hay denuncias.
Los saldos de López Obrador para Colima son en absoluto negativos, por más que digan que cada vez que la titular del poder ejecutivo va a la Ciudad de México “se trae 200 millones de pesos (habría que ver entonces en qué se han invertido, en dónde)”, menos con las colibecas, colimochilas, colicomputadoras y coliuniformes, que con recursos federales se entregan afirmando que hoy se hace como nunca antes, cuando hay evidencia de que eso por lo menos viene desde el sexenio anterior; y, mucho menos, con las “obras” que en cada visita ha “inaugurado” el presidente, como la del acueducto de Manzanillo-Armería (sic) -es: Armería-Manzanillo-, que con mantenimientos periódicos como fue este, opera desde el Plan Colima, en el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado en la presidencia y Elías Zamora en la gubernatura.
Seis años y nada para Colima, nada de nada, al contrario, como ya lo dije, en todos los rubros con una infraestructura que se cae a pedazos en la mayoría de edificios públicos de los que a unos les han quitado el nombre o les ha valido una pintada de guinda, con letreros modificados y arbitrariamente adaptados a la tipografía de su partido político. Solo eso, mientras Colima sigue desangrándose con el mayor índice de asesinatos violentos y muriendo por más cantidad de casos de dengue por número de habitantes. Nada qué ver con aquel Colima que presumíamos con los más altos estándares de seguridad, educación, salud y calidad de vida apenas hace 25 años, un Colima que las nuevas generaciones no creen que tuvimos.
Dados estos antecedentes y el último comunicado que apenas el pasado viernes compartiera a través de su cuenta de X la titular del ejecutivo local, de las reincidentes peor calificadas a nivel nacional en su desempeño como tal, en el que se lee: “Recién salgo de una importantísima y fructífera reunión en Palacio Nacional… Pronto les comparto más detalles.” Quiere decir que debemos esperar nada, si nos atenemos a que lleva tres años y desde antes, desde sus campañas, diciendo exactamente lo mismo, vendiéndonos la esperanza, mientras seguimos esperando sin ver nada, nada de nada.