Yasmín Esquivel: cuando también se plagian los argumentos del feminismo

EL ARCÓN DE HIPATIA
Por. Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

“Dudar de la UNAM y de las mujeres es parte de un complot en contra de nosotras”.

Así, en una frase, quiso frenar el escándalo de manera fallida Martha Rodríguez, asesora de la famosa tesis de la ministra Yasmín Esquivel.

Ambas fueron señaladas, Esquivel por plagio, y la asesora por presumirse que estaría involucrada en una red de venta de tesis al detectarse irregularidades en los proyectos académicos asesorados por ella durante su labor docente en la FES Aragón.

“Tiene mucho de misoginia”, dijo sobre este asunto que calificó como un complot.

Al margen de la explosión mediática que se dio en las últimas semanas del año tras la revelación hecha por Guillermo Sheridan en Latinus, será la UNAM a quien corresponda determinar la culpabilidad de la acusación y cuál sería la penalización. Con independencia de lo que ocurra en la Suprema Corte, el tema lo habrá marcado por siempre.

Más allá de las consecuencias políticas y académicas que surjan de este caso, es necesario reiterar una vez más el daño enorme que se hace a las luchas feministas con la banalización de la bandera por la igualdad de las mujeres y su batalla contra el sistema patriarcal.

En un país donde hay un promedio de más de 10 mujeres asesinadas diariamente y que apenas el 24% de los casos son investigados como feminicidios, resulta indolente (por decir lo menos) que para justificar fallas y evadir consecuencias se utilice el señuelo de la violencia de género.

El señalamiento de misoginia fue utilizado en el contexto de la sucesión en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a cuya presidencia ha aspirado la ministra acusada de plagio. “Ya toca que sea presidenta mujer, de eso no tengo la menor duda. Imagínese usted, han pasado 200 presidentes, más de 200 presidentes de la Corte y nunca ha habido ninguna”, declaró Esquivel en el contexto del escándalo.

Y si bien es verdad que la misoginia existe y es relevante que una mujer pudiera encabezar el máximo tribunal del país, resulta ofensivo para las víctimas de violencia de género que una mujer de las altas esferas del poder trivialice los sufrimientos y vejaciones que ellas sufren sin que haya quien responda por ellas, puesto que las mujeres en las trincheras públicas solo se acuerdan de su feminismo cuando son señaladas por fallas o sorprendidas en omisiones.

Como la propia ministra Esquivel señaló, la igualdad es una asignatura aun pendiente. Nos matan, desaparecen por el hecho de ser mujeres. Eso no cabe duda. Pero cuando una de nosotras logra romper el techo de cristal y ocupa un cargo público de tanta responsabilidad y poder toca responder por nuestros hechos y no escondernos en violencias que ni de lejos se han vivido en carne propia. También hace daño plagiar los argumentos del feminismo.

Al momento de escribir estas líneas, Norma Lucía Piña fue electa como la primera mujer en alcanzar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Una lección para la ministra: se pueden romper los techos de cristal sin falsos victimismos.

 

 

Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR ARRIOZOLA