Zipolite, playa tranquila y olvidada en México

Oaxaca, México.- Daniel Weiner es dueño del hotel Brisa Marina en Zipolite, Oaxaca. Dice que hay gente que alquila habitaciones por todo un mes. Ya sea por su onda informal o por su tranquilidad, Zipolite hace que la gente quiera quedarse más de lo programado.

Se trata de un pueblo con una calle principal y sin cajeros automáticos, uno de tantos pueblitos costeros a lo largo de la costa del Pacífico en el estado sureño de Oaxaca. La faja entre Puerto Escondido y Huatulco es conocida como la Riviera de Oaxaca.

Los hippies descubrieron Zipolite en la década de 1960 y desde entonces se fue transformando en un sitio turístico que atrae a cierto tipo de visitante. Su playa inmaculada se extiende dos kilómetros (1,2 millas) y se encuentra entre dos grandes acantilados, uno de cada lado. Es visitado por mexicanos de clase media y viajeros tipo mochilero de todo el mundo. Viejos hippies, aventureros más jóvenes y la gente del lugar conviven en armonía.

Uno se siente totalmente ajeno a las zonas de México que evitan los turistas por la violencia del narcotráfico. Oaxaca no figura entre las regiones que el Departamento de Estado estadounidense recomienda no visitar por razones de seguridad y Zipolite en particular parece un lugar perdido en el tiempo, donde uno no tiene reparo en dejar sus pertenencias en una playa y los mochileros duermen en hamacas.

Zipolite ha tenido algunos roces con la fama. Las escenas de playa de la película «Y tu mamá también» se filmaron aquí. Además, es una de las pocas playas nudistas de México, aunque la mayor parte de la gente usa trajes de baño. (Hacia el este, pasando un sector rocoso, se encuentra la Playa del Amor, donde el nudismo es más generalizado).

Mike Bolli, un jubilado de Vancouver, Canadá, dice que lleva diez años visitando la zona sin haber sufrido «accidentes, lesiones ni nada».

«Lo único que me pasó fue conocer una mezcla de lo más linda de gente de la zona y de visitantes. Es un sitio de los 60», dijo Bolli. «Lindo y seguro, desde mi punto de vista».

En Zipolite no hay hoteles grandes. En la playa abundan las palapas, estructuras con forma de sombrilla, con techos de paja y sin paredes. La misma Brisa Marina empezó como una estructura de madera con techo de palmas, que fue destruida por un incendio en el 2001. Weiner la reconstruyó en cemento.

Quienes busquen ir de parranda todas las noches como en Cancún, con margaritas servidas en copas enormes y meseras en bikini que ofrecen tequila, se sentirán decepcionados. Hay vida nocturna aquí, pero nada comparable. La gente va a la playa al atardecer para ver al ocaso. Muchos restaurantes y bares ofrecen música en vivo de noche. En la única calle pavimentada del pueblo se arma una especie de carnaval de noche. Artistas y joyeros venden sus mercancías rodeados de músicos, poetas y bailarines que viven de propinas.

«Después de las seis de la tarde Zipolite es un lugar asombroso», afirmó Bolli. «Hay muchos chicos con cabellos trenzados tipo rasta que quieren vender sus cosas y una gran variedad de restaurantes. No hay demasiada gente, pero puedes encontrarla si la buscas».

Algunas de las diversiones se encuentran en Posada México, un restaurante sobre la playa. Una noche vi allí un acróbata digno del Cirque du Soleil y otra tocó Cainn Cruz, un chico que es un guitarrista espectacular y que deslumbró con temas de Pink Floyd, Led Zeppelin y AC/DC.

También está Shambhala, un retiro espiritual en un sitio bucólico en la cima de una colina. A los turistas se los invita a ir caminando por un sendero a meditar en la cumbre. Shambhala dice que la «Loma de la Meditación» es un lugar sagrado en el que los visitantes pueden experimentar un estado espiritual superior y se sienten uno con la naturaleza. El centro alquila cabañas rústicas y organiza actividades con artistas y curanderos.

Se dice que el nombre de Zipolite tiene su raíz en algún idioma indígena. Según algunos, quiere decir «lugar de caracoles» o incluso «playa de los muertos», pues la leyenda dice que los indios zapotecas enterraban allí a sus muertos. La playa tiene un oleaje muy fuerte, pero los sectores más peligrosos están marcados con banderines rojos y hay salvavidas voluntarios.

Weiner, quien tiene la piel bronceada y un uniforme consistente en bermudas y chancletas, además de un gran sentido del humor, reparte su tiempo entre Zipolite y California. Es propietario del hotel desde 1997 y estima que el 50% de sus huéspedes son gente que ya ha estado allí.

«Aquí sobrevivimos a la gripe porcina, a las protestas, a la violencia del narcotráfico y lo que sea», expresó. «La gente viene sabiendo que va a estar bien y recomienda el lugar a sus amigos».

A menudo les cuesta irse.

CÓMO LLEGAR: Los aeropuertos más cercanos son los de Puerto Escondido, a una hora de auto al oeste, o el de Huatulco, a una hora hacia el sur. Allí puede tomar un taxi o un autobús. La terminal de buses más cercana es la de Pochutla, a 20 minutos de taxi o de shuttle.

DINERO: El cajero automático más próximo es el de Puerto Angel, a 10 minutos de auto. Los bancos más cercanos son los de Pochutla. La mayoría de los hoteles aceptan o cambian dólares y euros.

ALOJAMIENTO: Brisa Marina ofrece habitaciones con balcón y hamacas en la playa y cuartos en el jardín interior. Los precios oscilan entre los 15 y los 50 dólares (200 y 650 pesos mexicanos), dependiendo de la temporada (http://www.brisamarina.org ). También se puede alojar en el retiro espiritual de Shambhala en la cima de un acantilado (http://www.brisamarina.org).

CENA: Abundan los restaurantes de calidad, pizzerías y tratorías sobre la playa, ya que hay numerosos italianos en el pueblo. Si quiere una cena romántica en la playa, vaya a la Posada México.

Con información de AP

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